Retraso mental, deficiencia mental, discapacidad intelectual. ¿Qué significan realmente esos términos? ¿Qué conceptos teóricos y, sobre todo, qué actitudes vitales se esconden detrás de esas palabras? Repetimos una y otra vez que el coeficiente intelectual no puede definir a una persona con discapacidad. ¿Cuál o cuáles son entonces los elementos que la definen?
La discapacidad intelectual de un individuo no es una entidad fija e incambiable. Va siendo modificada por el crecimiento y desarrollo biológico del individuo y por la disponibilidad y calidad de los apoyos que recibe, en una interacción constante y permanente entre el sujeto y su entorno.
Desde la Organización científica y especialistas de los EEUU, que goza de gran prestigio desde 1876 cuando comenzó a marcar el estudio de la discapacidad intelectual. La AAMR (2004) en su última publicación, relaciona la discapacidad intelectual con retraso mental y la define como “discapacidad caracterizada por limitaciones significativas tanto en funcionamiento intelectual como en conducta adaptativa, expresada en habilidades adaptativas conceptuales, sociales y prácticas. Esta discapacidad se origina antes de los 18 años” (AAMR, p.39)